
16 Abr Historia de la Cooperativa Vinícola San Roque
Hoy rescatamos la historia de la Cooperativa Vinícola San Roque, que forma parte de la historia reciente de Chinchón y de decenas de familias de nuestro pueblo dedicadas a la elaboración del vino desde varias generaciones atrás.
Los primeros trámites para crearla se realizaron en 1955, y la primera campaña que se llevó a cabo fue la de 1958.
Era una sociedad de cosecheros que funcionaba efectivamente a modo tradicional de cooperativa: aportaban sus uvas y elaboraban el vino en la bodega común. Los socios tenían un vínculo muy especial con ella; aportaban cada uno en la medida que podía. Incluso, cuentan los socios de ahora que las anteriores generaciones pasaron varios años sin cobrar la cosecha de la campaña de vendimia, porque reinvertían los beneficios en la propia cooperativa.
Sin embargo, la evolución del sector no resulta favorable, y en 2023 los socios deciden que no puede seguir con la actividad. La cooperativa llegó a recoger 3 millones de kilos de uva, y actualmente son unos 300.000 kg.
El modelo de gestión de cooperativas ya no es viable en los últimos años, y unido al escaso relevo generacional en el campo lleva a los socios a plantearse cerrar o traspasarla a empresas más grandes. Finalmente, ese vínculo personal y familiar con la cooperativa de la mayoría de los socios hace que elijan a Pedro Vega García, bodeguero que llevaba 16 años trabajando en ella, para que lo gestione de manera privada. Confiaban en que respetaría su historia. Hoy lo hace junto a María Juvera Ramos, que es quien nos ha refrescado la memoria.
Así nace la Bodega Vega Luna, con una misión: seguir dando vida a la esencia de la bodega de la Cooperativa San Roque, por toda la gente que luchó por ella.
Además de respetar estos lazos con la historia y la tradición, Pedro y María no renuncian a la innovación: Su lema es renovar, pero sin perder las raíces. Siguen con su vino cosechero, a granel, que era una de las señas de identidad de la cooperativa, pero también elaboran vino probando nuevas técnicas.
Su objetivo es trabajar más en equipo con los socios, especialmente en etapas clave como la recogida de la uva, el muestreo de las viñas o la elección del momento óptimo de recoger cada viña, para que la materia prima pueda tener mayor calidad.
Su vino Nirvana es un proyecto piloto ejemplo de este enfoque novedoso, además de una forma de aprender nuevas técnicas. Y también, una prueba de que sigue siendo posible trabajar en comunidad, ya que un socio les dio permiso para recoger la uva.
Dharma es otra apuesta por la innovación: es un semi dulce original con un poquito de grado, con menos dulzor que el resto de su categoría.
En resumen, la antigua cooperativa ya no tiene actividad, pero sigue viva en la Bodega Vega Luna. Los socios siguen estando ahí y trabajando codo con codo con Pedro y María. Es historia viva de Chinchón, y por eso nos gusta traerla a nuestra actualidad.